Te llevo en el latido de mis sienes,
ancón que sobrelleva mi cornisa,
en esta primavera sin camisa
de gules y magentas a cercenes.
Eres el oratorio de mis bienes
celados en el bies de tu sonrisa
por esa enredadera que divulga
el beso consagrado que comulga.
jueves, 10 de junio de 2010
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